II COSTA TRAIL GIJÓN

12 de Marzo de 2017.
Por segunda vez participan en la exigente  carrera costera celebrada en Gijon  con una distancia de 19 kms
Miguel Angel y Félix

   En la misma nuestro compañero Miguel Angel,  consigue un 1º puesto de su categoría y un 7º puesto en la general.!!Enhorabuena!!

  Damos paso a la experiencia de la carrera que una vez más nos deja en su crónica Félix.

 II Costa Trail Gijón.(Crónica por Félix)

 Toca madrugar, toca una carrera inimitable, una competición ideada por el mismísimo ángel del infierno correndero. No me puedo imaginar de otra manera a la mente perversa que pensó en llevar a un grupo de gente a competir por este recorrido. Nos esperan esas rocas afiladas, esas piedras resbaladizas ansiosas por recibir a los incautos participantes del II Costa Trail de Gijón. El pedrero hambriento de tobillos y rodillas tiernos de asfalto y sendas mullidas bajo confortables arboledas. Y voy yo.. y repito.
 Con estos pensamientos desayuno a las 7h. Será mi segunda aventura en esta carrera. Repaso mentalmente su recorrido. Lo recuerdo al milímetro. Se me quedó grabado del pasado año.

 La salida será a las 9h. A las 7 45h Miguel y yo ya estamos aparcando en el parking frente a la escalerona en la playa emblema de Gijón, testigo de cada una de las carreras que se celebran en esta villa. Aún no vemos mucho ambiente. Quizás sea algo temprano. Todavía están montando las instalaciones.
 Tomamos algo en el mismo bar del año pasado. Somos animales de costumbres. Salimos y recogemos el dorsal. Parece que se lo toman con calma, a tenor de las colas que ya se están formando.
 Volvemos al parking a prepararnos y a refugiarnos de la lluvia que ya cae alegremente sobre nuestras cabezas. La mañana ha empezado mal pero se pondrá aún mucho peor.
 Nos despojamos y colocamos diversos enseres. Todo lo necesario para correr estos 19km, la modalidad que hemos elegido. El Costa Trail ofrece también una versión corta de 10km. En total 400 inconscientes correremos hoy por la costa gijonesa.
 Por una vez las previsiones meteorológicas están acertadas y el temporal arrecia en la superficie. El viento ha ido cogiendo fuerza. El peor “participante" para una carrera. Miguel y yo seguimos refugiados en el interior del parking y ya calentamos por dentro de sus estrechas calles.
 Afuera la entrega de dorsales se alarga más de lo deseado. Ya lo vaticinábamos a tenor del ritmo que estaban llevando. Son las 8 55h y todavía vuelven a su vehículo a colocarse su número algunos corredores.
 Dejo a Miguel todavía a la espera y asomo la cabeza fuera. Llueve, sopla el viento del Oeste, lo tendremos en contra a nuestra vuelta.
 Empiezo a grabar los prolegómenos de la carrera mientras saludo a algunos corredores.
 Ya estamos todos los participantes pisando la arena. Miro al fondo, a ese pedrero, en la dirección a seguir. Todo es bruma y una cortina de agua de consideración. El mar enrabietado.
 Ya pasan 10 minutos de la hora y nos animan a seguir calentando, se ha ido la conexión eléctrica y habrá más retraso.
 Por suerte no se demora mucho más esta espera. La gente ya se está impacientando, las condiciones climáticas no ayudan a atesorar ni gota de paciencia.
Pasados unos 15 minutos de las 9h se da la salida. Corremos por la playa hasta la desembocadura del Piles. Salgo relativamente tranquilo. Y más tranquilo incluso cuando me hundo en el agua del cantábrico. Fría, fría… siento ese frío que sube desde la punta de mis dedos hasta casi mis rodillas. Los corredores pasan por donde pueden, no hay camino definido, ninguna referencia a seguir.
 La tromba de participantes se da de lleno con estas rocas porosas que abrasan la piel con el mínimo roce.
 Salto con calma, pero sin pausa. Voy hacia la derecha, hacia la izquierda. A veces paso por encima rocas altas, otras, prefiero ir más abajo vadeando grandes charcos.
 En ocasiones esta opción es la más idónea, la más rápida, a pesar del riesgo que supone pisar un fondo turbio que no deja ver sus peligros.
 Este primer pedrero es lento, es la primera toma de contacto, las piernas suben y bajan continuamente. Se amoldan a este firme extremadamente irregular, una pesadilla para nuestros gemelos. Pero esta es casi la parte fácil, como le comento a algún corredor novicio en esta prueba.
 Pasamos del pedrero de San Lorenzo al de Peñarrubia, por medio de una pequeña transición por el paseo frente al camping. Esta segunda dificultad es aún peor.
 Estamos en el km 3. Esto acaba de empezar y la exigencia mental ya esta haciendo mella. Este pedrero aparenta mas seguridad. Parece más llano, te invita a alargar zancada y a pisar con fuerza. Pero todo es una vil trampa. Las losas resbaladizas están ahí agazapadas esperando que alguien se confíe y pose su zapatilla sobre ellas para utilizar esa cubierta viscosa y escupirte violentamente.
 Lo sé, lo recuerdo, paso con máxima cautela.
Me hallo entre una nube de corredores, unos más osados y otros mas temerosos. Hemos salido mezclados los 10k y 19k. Aún las referencias son inciertas.
 Solo se aclaran en este punto. Km 4.5. Punto en el que nos separamos. El mirador de la providencia, al que accedemos cruzando un parque en franca subida. Al llegar arriba nos premian con el primer avituallamiento.
 Los dioses del cielo descargan sobre nosotros toda su furia. El viento nos empuja como a muñecos de trapo.
 Bajamos soportando estas condiciones hacia el paseo que nos llevará a la playa de La Ñora.

 Piso enlosetado que resbala relativamente en algunos tramos de bajada.
 Noto algo floja la zapatilla derecha. Miro hacia abajo y veo la primera capa de mis adidas terrex rajada de lado a lado. Ya venía con ellas tocadas. Tienen muy pocos kilometros pero cedieron con las primeras exigencias de carrera. Dudo si me aguantarán hasta final de carrera. Esto me produce bastante inseguridad. Aún me queda la capa interior pero también me queda 3/4 partes de carrera.
 Este paso por la senda es un rompepiernas constante. Tramos de asfalto y loseta se alternan hasta llegar al bosque que precede a la Ñora. El cielo parece que se ha cansado de descargar agua y se abren pequeños claros. El viento también se toma un respiro.
Poco antes de llegar me cruzo con los primeros corredores que vuelven hacia el punto de partida. En primera posición me llama la atención un tipo espigado como pocos que estira una zancada espectacular. Después supe que ocupa actualmente el  primer puesto del ranking de la ITRA. Participante estelar para este Costa Trail.

 Animo a Miguel Angel que tampoco lo está haciendo mal. Me fijo en el tiempo. Más o menos ando en el mismo crono del pasado año a estas alturas. Cerca de la hora a mitad de recorrido.
Me deslizo por los serpenteantes senderos embarrados hasta los topes de la bajada de La Ñora. Es una zona muy divertida.
Paro en el avituallamiento. Sorbo de agua y me tomo el único gel que he guardado para hoy.
 El fuelle va bastante bien y tengo piernas. Subo con un trote alegre las escaleras que me separan de la senda que nos llevará de nuevo a San Lorenzo.
 En este camino de vuelta me acompaña otro corredor, charlamos sobre la carrera. Se me pasa rápido este tramo. El viento vuelve a azotarnos el cuerpo con maldad supina.
Allí abajo vemos el mar encabritado. Escalamos las praderas del promontorio de La providencia, otro trago y bajo por donde antes subía. Se nos une la primera clasificada femenina. Sonrisa permanente y ritmo fuerte. Va como un tiro.
Ya descendemos a Peñarrubia y su pista de patinaje. La chica y yo vamos intercambiando posiciones. Las piernas me responden bien y salto con seguridad en este segundo paso.
Ya estamos en el primer pedrero, ahora el último tramo. Cazamos a los del pelotón de cola de la 10k. Pocos corredores de la 19k. Todo parece un lugar deshabitado, solitario.  Un escenario rocoso, como de otro planeta.
 Vuelve la lluvia cuando nos zambullimos en el agua antes de cruzar la desembocadura del río y tocar la ansiada arena. Ya se ve la meta y..  entonces un obstáculo final: El viento quiere tener la última palabra. Me golpea de frente. Todo un muro invisible ¡Con lo poco que queda! Aprieto los dientes. Miro el reloj. Mejoraré el tiempo del año pasado. Eso haré. Teniendo en cuenta las inclemencias del tiempo, que no hubo de ninguna manera el pasado año, es una gran noticia. Pero hay que correr. Lucho contra el viento y cruzo la meta en 1h 55’ 23”. Casi 5 minutos menos que en 2016. Puesto 27º. Estoy muy contento. He terminado fuerte y sano y salvo.
 Carrera impresionante pero de peligro extremo. Te atrae y te repele a partes iguales. La edición siguiente no sé que pesará más.
Un abrazo y hasta la próxima!
Fotos cortesía de Antonio Jiménez, J.L. Lastra, Pedro Pablo Heres y Roberto Sampedro

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