SUBIDA PICU INCÓS

28 de Agosto de 2017. Subida Picu Incós.
Treinta y dos ediciones contemplan a esta batalla entre asfaltemos y traileros, un híbrido entre brea y la tierra  pide nuestro esfuerzo. 
 En representación del club nos encontramos Mon y yo. Julia en categorías inferiores completa un muy exigente recorrido para edades tan tempranas. ¡Una brava heroína!
 En cuanto al resto el nivel es alto, muy alto. Gran representación de aguerridos rodadores contra expertos montañeros.
 Esta es una carrera atípica, tanto por su larga trayectoria, como por su inusual disposición de categorías. Colocan a los juveniles con las mujeres en una distancia menor, saliendo en una tanda anterior para después dar paso a las promesas y demás, sólo hombres. Reminiscencias de épocas pretéritas con otra mentalidad, pienso yo.
 Marejada de perlas bañan mi frente, colocado ya en la línea de salida. Estoy esperando que pronuncien mi nombre, están pasando lista a casi 90 corredores. He dicho que todo era atípico. Mi dorsal esta reutilizado de otras ediciones, se devolverá a la llegada. La inscripción es gratuita y te puedes apuntar hasta 15’ antes de la salida. Lo dicho, todo fuera de lo común. Ah! y se celebra un lunes.
¡Félix González! ¡Aquí! Pego un salto. Estoy en la lista. Una lista que echa a correr pocos segundos después. El pistoletazo nos lanza a dar dos vueltas por el pueblo, con un mínimo tramo de tierra. Cuesta arriba, cuesta abajo. Más positivo que negativo el desnivel estos metros. Los asfaltemos se mueven rápido en esta parte. Se sale a la carretera. Se sube la parte más dura. Otra vez más. Sabemos que hay que repetir. Las distancias no son tan cercanas. Todos nos separamos. Se empieza a agonizar.
Echo ojo de algún corredor conocido, como yo, gustoso de los dos terrenos. Le sigo, con la mirada, eso sí. Décimos adiós al pueblo para pelear el puesto, enfilados hacia abajo, dirección al pico que nomina a esta carrera. Saludo a mi familia agitando el puño y con una sonrisa que disfraza mi esfuerzo . Todos han venido a verme. Quique salta entusiasmado. Resoplo. Oxigeno los músculos, que me llevan corriendo todavía hacia la cima. Terreno algo pedregoso. Tiro. Bufo. Echo a andar. Paso a un par de corredores. A otro más. Las manos, compañeras, ayudan a sus hermanas las piernas, para dar pasos largos y poderosos.
 Espumarajos de esfuerzo van cayendo de mi boca. Ya veo la cima. Hay una fina niebla. La atravieso en una última zancada.
 Marco los pasos y empiezo a descender. Es suave, partes llanas, pistas. Terreno corrible. Me agarro a la “rueda” de un hombre que me alcanza. Me lleva. Colaboramos.
 Descendemos ahora por el tramo final, por el que subimos hace 10 minutos, más pronunciado, más montañero, técnica, osadía, velocidad. Pasos rápidos, inteligentes.
 Se acaba, siento de nuevo el firme liso de la carretera bajo mis adidas. Y volvemos a subir, esta vez no hay que pensar en lo que viene. Ahora, vacío el depósito. Veo de nuevo a los míos. Señalo a un chico que me precede. Disputaré ese puesto, Sprint a tope, pero no puedo con él, aunque me sirve para robarle el puesto  a otro super veterano.
 ¡Meta! Brutal. Un auténtico exprimidor. Incós. Tiempo 21’ 21”. La distancia real sale 800 mtrs menos que la teórica (5,5km). Puesto 7º en VetA. No hay clasificación absoluta. Otra rareza más.
 Ahora a disfrutar de un refrigerio en la carpa de la fiesta, a los pies de esa modesta loma que año tras año congrega a un buen puñado de corredores en esta pequeña gran carrera.
Un abrazo y hasta la próxima!
Món durante la carrera.

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