MARATÓN SEVILLA 2019 Crónica por Félix

17 de Febrero de 2019. Maratón de Sevilla.

Geles, porciones de bizcocho de plátano, cinturón portaobjetos, camiseta con dorsal, pulsera identificativa para el cajón de salida. Vale, todo listo. Y así nos acostamos para que pase la noche y llegue otro día de maratón. Otro amanecer fresco en una gran ciudad. Un domingo cualquiera de no ser por que las calles se llenarán de seres multicolores persiguiendo un sueño, una meta, un objetivo.
Me reúno con Víctor, en el rellano de este edificio donde hemos alquilado 1 piso para cada una de nuestras familias.
En la calle todavía hay poca luz, son las 7 45h. Trotaremos hasta el lugar de salida. El paseo de las delicias, a la vera del Guadalquivir, casi 5km. Es una distancia considerable, pero no fue algo premeditado. A falta de 3 semanas para el evento la organización cambió el lugar de la salida por problemas en el estadio de La Cartuja.
Al alba hay una temperatura baja, pero nada incómoda, no la notamos debido a los nervios y a esa conversación inagotable sobre los aspectos del running. La máxima de hoy será de 24ºC.
Nada más llegar los nervios de Víctor le obligan a buscar un urinario. Hay muchos pero pocos sin una larga cola de corredores.
Se respira ambiente de Maratón. Esas caras atenazadas por las dudas de última hora, pero felices de participar en este evento. Todo el mundo busca algo: a un compañero, a su familia, a ese amigo con el móvil para hacerse la foto de rigor, la fuerza necesaria, el ánimo… la confianza.
Mientras tanto Víctor y yo seguimos avanzando desechando urinarios. El tiempo avanza y ya son las 8 cuando se planta y se coloca en una fila. Yo voy a buscar mi cajón de salida: 2h 45-3h. Aún me quedan unos cuantos metros. Yo también quiero librarme de esos nervios así que paro para vaciarme en otro urinario, aquí no tan solicitados. La organización no ha reparado en servicios.
Enseño mi pulsera al portero del cajón. Nada más entrar veo a unos conocidos asturianos que había visto en el vuelo de camino a Sevilla.
Será para dos de ellos su primer maratón, aunque con sobrada experiencia en carreras. Parece ser que quieren atacar la barrera de las 3hs
Yo no tengo intención de fijarme un objetivo. Y ese ni mucho menos. He venido para vivir otra experiencia. Me digo que estaría bien compartir kms con esta gente. Pienso que puedo hacer 3 02 3 03 les digo.
Ya suena la música motivante. Por delante cientos de personas. Por detrás miles. 12 000 corredores en total. Sevilla bulle. Sus magníficas calles serán pasto de las hordas runners.
Salimos y enseguida “mis compañeros” se marcan su velocidad de crucero. Se hablan continuamente sobre el ritmo correcto. Se obsesionan con el reloj. Yo me olvido y contemplo el escenario donde vuelvo a correr otra vez. De nuevo como en 2016. Éste es mi cuarto maratón.
Empezamos: Torre del Oro, plaza de toros, puente de la Barqueta, barrio de Triana y vuelta de nuevo al mismo punto para seguir más allá por una larga avenida hasta la plaza de la duquesa de Alba. Todo esto mirando a cada lado.
Dejando caer algún comentario y chascarrillo. Comiendo cada 6kms (alterno sólido y gel) Bebiendo sorbitos en las decenas de avituallamientos, ¿¡pero cuántos hay??
En esa plaza nos esperarán nuestras familias, la de Víctor y la mía. Nuestro apartamento esta a pocos metros. Más o menos habíamos calculado km 16. Y exacto. Animan con entusiasmo. Choco la mano de los críos separándome un poco del pelotón y sigo con fuerzas renovadas.
Voy muy entero, ni rastro de unas molestias en el glúteo que me obligaron a pasar por el fisio la semana pasada. No hay dolores. no hay fatiga.
Uno de los integrantes del trio se pone nervioso y quiere avanzar para llegar a su objetivo. Vamos a una media de 4´14’/km. Aunque no es real por el futuro desfase de metros entre nuestro GPS y la medida de la carrera. Así que me quedo acompañado por un solo hombre entre una multitud aún en la media maratón, que marcamos en 1h 30’ 30”.
Vamos de cine le digo. Aquí ya nos podíamos haber parado cualquier otro día, pero hoy es especial. Hoy nos enfrentamos al maratón.
Continuamos y callejeamos por diferentes barrios. Estadio Sanchez Pizjuán, seguimos hacía el sur y el Benito Villamarín. Km 31 y mis piernas empiezan a doler. Se acerca el momento de los hombres comento con mi compañero.
Él me sonríe. Dice que hay que aguantar hasta el 33. Aguantemos. Pero el dolor me atenaza y no sólo eso, me“burbujean los isquiotibiales” es como llamo yo a esa sensación de aviso previa al calambre. Tengo miedo. Bajo ritmo y me quedo “solo” al paso por la Plaza de España. Sonrío al contemplar la belleza de esta ciudad, pero de cintura para abajo sufro y mucho. Me acuerdo ahora de los poquitos kms con los que llego, del reciente padrón invernal, de los polvorones y el turrón… ¡Qué ricos!
Los calambres han llegado en ambas piernas. Me sujetan y tiran de mi, no quieren que acabe. De cintura para arriba de paseo, de cintura para abajo un infierno. Los isquios ya no son míos, tienen vida propia y han decidido bajarse del carro. La zancada cada vez mas corta, las rodillas para abajo, el ritmo desastroso, 4 36, 4 38, 4 53, 4 59, 5 00… así se traduce mi agonía en el reloj. En el 38 mi familia vuelve a verme en la Alameda de Hercules. Les grito mi situación entre risas. Me digo que hay distraerse, alimentándome de estos kms con tanto público y con tanto monumento que admirar.
Un entorno privilegiado. Y vuelvo a sonreír. Levanto la cabeza, no quiero saber nada de las piernas. Las “agujas” se me clavan en la parte posterior de mis muslos. Lo peor del calambre ha pasado, pero no estoy para mejorar el ritmo. Sigo a 4 43 en el 41 y mejor en el 42 a 4 33. 700 metros de diferencia entre mi GPS y la linea verde de este maratón. Por lo que mi ritmo medio real esta en 4 23. Bajar de las 3 05 imposible. Paseo de las delicias y acelero como puedo.
Renqueando a unos respetables 4 16/km entro en meta. El maratón ha dictado sentencia. Salí a un ritmo “hurtado” y la prueba lo recuperó. No se puede engañar a los 42,195.De todas formas estoy contento. Otra gran carrera para mi cuenta personal. Me giro tras beber y comer todo lo que puedo y veo a Víctor… sí, con una sonrisa en la cara. Esta vez sí. 3 07 me confirma casi entre lágrimas. Su objetivo se ha cumplido. Y por eso sí que me alegro.
Un abrazo y hasta la próxima, amigos!

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