ANILLO INTEGRAL PICOS DE EUROPA (TRES MACIZOS) Crónica por Luis Miguel

 

ANILLO INTEGRAL PICOS DE EUROPA (TRES MACIZOS)

“Sú má” “espectacular”

 

“Sú má”, “espectacular”, son las dos expresiones que más se nos escucharon en esta nueva aventura por Picos de Europa, a parte de los bufidos cuando tocaba abordar las inacabables canales “Trea” “Asotin” o “Jidiellu”.

Como ya es de costumbre desde hace unos cuantos años, en el mes de septiembre, Miguel, el menudo, y un servidor, nos aventuramos a pasar unos días por los espectaculares “Picos de Europa”. En esta ocasión nos planteamos realizar el Anillo de Picos en la modalidad integral o los tres macizos.

Nuestro punto de partida fue Caín, pues somos de costumbres y siempre nos gusta pasar una primera noche en la “Ardilla Real” en Santa Marina de Valdeón, y así visitar y compartir un buen rato con nuestros amigos Julio Cernuda y Laura, gestores del refugio. Lugar espectacular, se come de lujo y se respira montaña por todos sus costados.

Como os comentaba, partimos de Caín adentrándonos por la garganta del Cares y tras pasar el puente Bolín, encaramos la Canal de Trea. Canal que tiene de todo, bosque, agua, pradería y caliza. Como estábamos frescos no se nos hizo tan dura, disfrutándola muchísimo, hasta hoyar en el Refugio de Vega Ario, donde haríamos noche. Dada la situación Covid, no nos permitieron entrar en el refugio hasta las 19:30 horas. Nosotros llegamos a las 14:00 horas, momento en que empezó a caer una curiosa tormenta. Nos metieron a todos, una docena de montañeros, debajo de un toldo, amontonados (cuestionable las medidas Covid de los refugios, jeje). Dada esta situación, comimos el bocata y tomamos unos refrigerios, y al poco se organizó una expedición para alcanzar el picu Jultayu. Miguel iría encabezando la expedición bajo la lluvia y la niebla. Cumbre espectacular donde se divisa toda la garganta del Cares. (4 horas más 2 horas 30 minutos subida y bajada al picu).



 

La segunda etapa transcurrió de Vega Ario a Vegareonda por los lagos. Nos amaneció con lluvia y niebla, encontrándonos que los ratones o mures habían estado de levante por el refugio, royéndole a Miguel su mochila y haciéndose con un gel de cafeína. “Se pondrían como motos”.

Esta ruta o etapa se nos hizo corta a pesar de tener que aguarecernos en las cabañas del lago Bricial debido a una impresionante tormenta. Etapa que destaca el paisaje de brañas o mayaos donde abunda el ganao. En el refugio de Vegareonda ya serian todo risas, compañerismo y buen trato. Entablamos amistad con dos parejas catalanas con las que compartiríamos la siguiente etapa y anécdotas de otras aventuras montañeras. Los guardas se mostraron muy sensibles y nos permitieron entrar en el refugio desde el primer momento para aguarecernos y entrar en calor, pudiendo hasta dormir la siesta. (aquí sí que cobra sentido la palabra refugio). (3 horas).

Tercera Etapa; Vegareonda a Vegabaño por Fuente Prieta, Vega Huerta, canal del Perro y Hayedo del Roblón. Probablemente la etapa más preciosa del Anillo por su variedad de paisaje; canales, caliza, hous, pedreras, camperas, mayaos y bosques. Un completo picos. Salimos con niebla y lluvia, las cuales no nos abandonarían hasta llegar a Vega Huerta, por lo que no pudimos disfrutar del paisaje que custodian el Porru Bolu y Peña Santa. La parte más técnica de la etapa, lo que conllevó a que una de las parejas de catalanes se despistaran y se llevaran un buen susto al meterse en una zona donde era fácil enriscarse. Ya en Vegabaño pudimos disfrutar y comentar las anécdotas de la etapa. Desde el collado el alto de la Canal del Perro ya se divisa el refugio de Vegabaño, pero a veces el descenso te parece interminable. (6 horas).

El lugar donde se ubica el Refugio de Vegabaño es idílico, y la hospitalidad de Julián y Nuria lo hacen mágico. Se come genial y casero.

Cuarta Etapa: Vegabaño a Collado Jermoso por Rienda Asotin y Collado Solano. Otra de las rutas más guapas del Anillo; bosques, paisanaje, pasos comprometidos con alguna trepadina, y subidas interminables “sú má”. La primera parte transcurre por hayedos hasta llegar a Caldevilla, donde cogemos una pista que nos conducirá hasta Posada Valdeón. Tramo guapísimo. En Posada tocó avituallamiento. Miguel se tomó una barrita energética (bocadillo de Cecina, casi ná). Tras ello y por carretera llegamos a Cordiñanes para encarar la subida a Collado Jermoso por la Rienda Asotin y Collado Solano. Menudo apretón con un calor que castigaba sin piedad. Miguel subió como una moto, pero yo sufrí lo que no estaba escrito. Tenía que haberme metido una barrita energética como la de Miguel. A pesar de la dureza la subida es espectacular, contando siempre con la escolta del Friero.



Llegar al refugio de Collado Jermoso es como llegar a casa. Pablo y Jandro, los guardas, como es de costumbre nos cuidan y nos miman, con esas cervecinas de grifo, buenas viandas y mucho cariño. El refugio y los alrededores estaban petaos de gente; montañeros, domingueros, fotógrafos y algún despistao. Cenar y desayunar por turnos. Después de varios días tocó una merecida ducha, la cual agradecimos, pero seguro que lo agradecieron más el resto de montañeros, pues ya dejábamos rastro jabalí. Puesta de sol y a descansar. (7 horas).

Quinta Etapa: Collado Jermoso a Refugio Andara por Colladinas, Tiro Casares, Cabaña Verónica, Áliva, Vegas de Sotres y Canalón de Jidiellu. Etapa muy guapa, calurosa, larga y dura, a partes iguales. El primer tramo hasta Cabaña Verónica es muy chulo y entretenido. Desde aquí hasta las vegas de Sotres pasando por Áliva se hace largo y un tanto pesado, y después la subida hasta Collado Valdomingero por el Canalón de Jidiellu se hace interminable. La subida se hace durísima, pues además del desnivel el ver el final ya desde el principio puede minarte la moral. Miguel se comportó como un jabato, me marcó un buen ritmo y logramos superarla a pesar de su dureza y el calor. Consejo; alimentarse bien y beber en las Vegas de Sotres, única sombra. Cargar agua y plantearos paradinas de 10´cada 40 minutos para echar un traguco de agua y tomar aire. A nosotros nos vino muy bien. En la parte alta de Jidiellu hay una trepada y un paso un tanto delicados, cuidadin. En la Travesera ponen cuerdas o cadenas, pero en esta ocasión no encontramos nada. Bueno, hay un trozo de cuerda con un mosquetón que debe utilizarse para enganchar la mochila y hacer la trepada sin ella, después la recuperas. También importante en el momento que el sendero te lo permita pasar a la parte izquierda del canalón, la parte derecha es bastante peligrosa.



Tras alcanzar el Collado Valdomingero toca un buen tramo de pedreras y pista para llegar a Andara. Llegar al refugio fue como llegar al mejor refugio del mundo, después de la pechada solo necesitábamos cenar y descansar. Nos supo a gloria la sopa juliana de Quique, y dormimos como bebés. En el refugio solo estábamos nosotros y un checo despistado. (12 horas).


                    


Sexta Etapa: Andara a Vega Urriellu por Sotres, Pandébano y Tenerosa. Ruta bastante asequible. Se agradece poder pasar por Sotres para reponer fuerzas y víveres. Consejo; una vez que se coge la pista que sube a Pandébano existen unos senderos que te evitan un gran tramo de pista. Obligada parada en La Tenerosa, si no te acordarás de ella cuando estés en el refugio de Urriellu. Preciosa la subida desde Pandébano a la Vega de Urriellu. (4 horas).

Una vez en el Refugio, recepción un tanto desagradable, no nos permiten entrar hasta las 20.00 horas, y se está levantando una ventolera que te deja helado en un momento. Creía que ya estábamos acostumbrados a la hospitalidad (o falta de ella) de las personas que guardan el refugio. Cena bastante de batalla y la falta de cuidado conlleva a que el ambiente montañero esté enrarecido. Al día siguiente te obligan a que a las 9 horas abandones el refugio, 9 horas y ni un minuto más. Amaneció un dia desagradable, el viento no cesó en toda la noche y se mantiene en la Vega. Ese día se incorporaría a nosotros mi hermano Juaco para acompañarnos a la última etapa. Tres horas esperando a la intemperie, y no se pusieron ni colorados. Consejo; si podéis evitar pernoctar en el Refugio Urriellu lo agradeceréis. Yo contemplaría dormir en la Tenerosa o alargar la etapa hasta Cabrones, no obstante, una cervecina hay que tomala en la Vega.



Séptima Etapa: Vega Urriellu a Hou de los Cabrones por Brecha de los Cazadores o Corona El Raso. Etapa corta pero muy guapa. Mucho viento por las cumbres con varios accidentes. (2 horas).

Una vez que se incorporó mi hermano, tiramos para Cabrones, superando la Brecha de los Cazadores, la Cual está muy equipada con cadenas y grapas que sirven de peldaños. Paso muy entretenido. A partir de aquí no hay perdida, siempre escoltados por los Albos y Cabrones, tras alcanzar la Horcada arenera y casi en descenso se llega el refugio. Allí nos recibe el guarda, el cual nos trata durante toda la estancia con muchísima amabilidad, da gusto. Como llegamos muy pronto, echamos un pincho, una siesta y después nos fuimos a dar un paseo por la zona del Hou y collada del Agua. El enclave es espectacular. La noche para los que vivaquearon fue dura, una tormenta tremenda con mucha agua y frio. Nosotros vivaqueamos una vez y no nos quedaron más ganas, pues son muy habituales las tormentas en el Hou.

Última etapa o etapa de vuelta; Hou de los Cabrones a Caín por Amuesa, Bulnes Canal del Texo y Garganta del Cares. Hasta Poncebos la ruta es espectacular, pero el Cares se te atraganta. Mucho calor y mucha gente, sobre todo gente poco respetuosa y en ocasiones desagradable. Mi hermano nos acompañó hasta Bulnes donde después de avituallarnos en condiciones en uno de los chigres del pueblo, nos separamos. Él para Pandébano y nosotros para Caín. (6 horas)

Concluimos nuestra aventura en la Ardilla Real con unas buenas viandas.

Reflexión final: “El que va solo va más rápido pero el que va acompañado llega más lejos”. Yo soy un privilegiado al contar con el mejor compañero de cordada, mi hijo Miguel, del que aprendo en cada minuto. Luchador, entusiasta, optimista divertido. Logra que disfrute de la aventura y que despliegue mis mejores competencias de cuidador y protector, dándole autonomía y permitiendole explorar. En la montaña tengo la sensación que los montañeros cada vez nos parecemos más a los pescadores o cazadores. “Comemos una y contamos veinte” “Que grandones somos.” Echo en falta un poco más de humildad. Sin embargo, todo esto se compensa con el entorno, con el paisanaje y con la buena gente que te encuentras, la hospitalidad de los guardas, (la mayoría), y con las experiencias que nutren y alimentan el alma. Picos siempre deja un buen sabor de boca, uno regresa cargado de energía, de buen trato y de nuevos amigos. “Sú má, espectacular”.

Nueve días de puro Picos, más de 115 km. 10000 metros positivos y una mochila cargada de experiencias.

 

 



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