III SUBIDA A PIE LAGOS DE COVADONGA

A fecha 21 de Mayo vamos ya por 65 pruebas contabilizadas,por lo que próximamente publicaremos el estado del Ranking, este fin de semana mientras algunos se comprometían con el asfalto como es el caso de Pablo en Oviedo. otros seguían su fidelidad a las Carreras de Montaña como nos contaba Món en su carrera del Cuarto de la Riera, en Tineo y David en el 1 trail de Teverga, mientras esperamos su crónica, ya tenemos la de  Félix ,en su paso por la tercera subida a pie lagos de Covadonga también sobre asfalto aunque con un perfil de lo mas montañero.


21 de mayo de 2017. III Subida a pie Lagos de Covadonga. (Crónica por Félix)

 Mayo de 1989. Un niño inquieto y delgadito de 9 años degusta con fruición su habitual bocadillo de nocilla mientras contempla la gran victoria de Alvaro Pino en una etapa de La Vuelta a España. Ve como sube por ese puerto tirando de “riñones”, con la barbilla casi tocando el manillar, derrochando pundonor a toneladas. Admira también a ese “Perico” Delgado que sufre unos metros por detrás por no perder tiempo, y con ello el mallot amarillo de líder. Se imagina a él como protagonista algún día de una carrera como esa. 
 Esa etapa finalizaba en los Lagos de Covadonga y ese niño era yo.
 Ahora estoy compitiendo aquí, salvando las distancias planetarias con mis ídolos de la niñez, en la cima mítica del ciclismo asturiano. Jamás lo hubiera imaginado.
 He cambiado las dos ruedas por un par de playeros, eso sí, pero, me veo sufriendo igual que esos monstruos del pedal, ascendiendo por la “Huesera”.
 Pero, volvamos 40 minutos atrás. Estoy en la rotonda junto al Hotel Repelao. Hay nervios. Hoy es un gran día. Una carrera especial. Una de las tres citas más emocionantes del año para mi, junto con la Traveserina y la maratón de Valencia. Llegó con 1 hora de antelación. Aparco con comodidad justo enfrente de la salida. Cojo el dorsal en la oficina de turismo que esta allí mismo y acto seguido tomo un té en el hotel justo enfrente.
 Hago un generoso calentamiento arriba y abajo, por los primeros metros de la carrera. Veo a mi alrededor al resto de corredores. No aprecio mucho afluencia de participantes en este momento, aunque finalmente acabarán la carrera unas 100 personas, digna participación dado la gran concentración de carreras en este domingo.
 Incluso en el día de ayer, aquí se había disputado la subida en su versión ciclista.
 Una carrera lineal, con varias modalidades, que discurre por un trazado muy concurrido, complicado: Difícil organización.
 La salida se dará a las 9 30h. Unos minutos antes hemos dejado nuestras mochilas con ropa de recambio a los responsables de la carrera para tenerlas a nuestra disposición al llegar a meta.
 Ya se acerca la hora. Estamos ya bajo el arco de salida. Por delante de los corredores de a pie se apostan los roles sky. Ellos saldrán unos segundos antes. La mayoría de participantes, por lo que aprecio por sus camisetas y acentos, no son asturianos. Vascos, cántabros, leoneses correrán aquí, sin duda atraídos por el encanto de esta mágica subida.
 Busco alguna referencia para mis tiempos. Hace algunas semanas vine a entrenar el recorrido y a tenor del resultado de ese día, me fijo un objetivo de 1h 20’ ,con una media por km. de 6 minutos. Estaría realmente bien este tiempo.
 El inicio es inminente. Tenemos por delante 13,5 km. hasta el aparcamiento de la Buferrera, junto al lago Enol. Desnivel positivo de 990 mtrs. Pendiente media 6,7%.
 Arrancamos, y enseguida un grupo bastante numeroso se marcha a gran velocidad. Pienso que en poco tiempo bajarán el ritmo, pero no lo harán, me doy cuenta de que hay poca participación, pero mucho nivel. Persigo a esos 20 hombres a ¡menos de 4 min/km!. Cuesta empezar, ya casi les pierdo de vista. Llegamos a la rotonda que da a la basílica y giramos a la izquierda. Van descolgándose miembros de ese grupo, pero a la vez vienen corredores empujando por detrás. Hay calidad, ¡caray!
Foto de Ciro Peón Chaveli

 Pasan los kms de esta primera parte del recorrido, y es que he dividido la subida en tres partes. Ésta, donde ahora me hallo, hasta el km 6,5. La segunda, cuando comienza la huesera y la tercera tras el Mirador de la Reina.
 La primera parte se resume en una palabra: ritmo. No cebarse. Podía intentar alcanzar corredores. Los veo allí, cerca. Podría engancharme a ellos, pero no. Conozco las siguientes partes de la carrera. Lo he estudiado con detenimiento. Espero. Aguanto. Muy poco a poco cazo a algún corredor que ya sucumbe a cada metro. Rebaso a uno de ellos, cuando se acerca ese punto donde comencé mi crónica. Pienso: "Aquí empieza la carrera”, lo pienso, y lo comparto con ese chico que transpira profundamente cuando paso a su lado y que minutos antes ya se ha despojado de sus manguitos preso del calor que generan las calorías que está quemando a gran velocidad.
Sin embargo, la temperatura se mantiene fresca y aún no han aparecido unos rayos de sol de gran potencia. Pasamos el primer avituallamiento, en este momento aproximadamente, la verdad es que no lo recuerdo con exactitud.
 Segunda parte del recorrido. Dejamos atrás la zona arbolada, aquí ya no crece ese tipo de vegetación. La altura lo impide. Ya vislumbro el muro. La huesera: 800 metros serpenteantes en los que ascenderemos por unas rampas del 15%-18%. Veo, con cierta alegría, que hay más corredores cediendo terreno. Me voy acercando a ellos. Pero a la vez llega a mi altura un corredor vasco. Intercambio unas palabras y me deja. Va fenomenal. Se va para arriba y no le puedo seguir.
 Yo voy bien de fuerzas. Respeto a la huesera, pero me asusta más la última parte del ascenso. Un corredor echa a andar a unos 100 metros más arriba. Aún queda la curva a derechas para seguir con desnivel superior a 10%. La huesera se ha acabado pero todavía queda dureza. Hasta el km 8 no llega el primer descansillo. El Mirador de la reina.
Llegados a ese punto, estiro los brazos, alagarlo un poco la zancada y respiro. Me tomo el único gel que he traído.
 Sigo subiendo y doy alcance a ese corredor que hace “caco” y que aún así mantiene el tipo, “esto no es lo mío” se queja. 
Voy a por todas y voy vaciando todo el depósito. Estoy en los compases finales de la carrera. El desnivel se suaviza pero la fatiga hace que no se note apenas.
 Las piernas pesan como el hormigón, el asfalto se me pega como una novia celosa.
 El sufrimiento es ya el que manda. No hay ya hueco para ningún plan, ninguna estrategia vale ahora: solo tirar y tirar. Usar los metatarsos, tensar los gemelos. Todo depende de ellos. Pisada corta. Aumento de cadencia. 
 Km 10. Discurro todavía por debajo de la hora. El tiempo es realmente bueno. Otro descansillo, éste invita a correr de forma más alegre. Cuesta abajo me lanzo y cojo carrerilla para afrontar, esta vez sí, los últimos metros que apuntan hacia arriba. Dejo atrás definitivamente al corredor del “caco”.
 Bebo en el segundo avituallamiento, aunque más agua cae por mi cabeza que por mi garganta.
 Pocos metros más adelante se empareja conmigo un veterano viniendo desde atrás. Subimos por esta pendiente traicionera que te invita a acelerar. El desnivel va suavizandose muy lentamente. Lento y tortuoso es el camino de la gloria. Doy algún tirón. Pruebo a mi “pareja”. Vamos bastante parejos de fuerzas. Se me va unos metros. Pero ya veo la curva a izquierdas que anuncia el final. La meta donde se alivia todo el dolor.
 No llevo pulsómetro, pero no me hace falta para saber que voy por encima de 180 pulsaciones cuando ataco a ese hombre que me precede en la bajada a la Buferrera. El Enol a la derecha. Majestuoso, hace un guiño respetuoso con su brillante superficie a los valientes de “Los Lagos”.
 Me tiro abajo liberando esa velocidad encarcelada bajo larga condena por los metros de subida. Una liberación. La mirada clavada en el arco de meta. Supero a ese corredor. giro a la derecha y… ¡¡¡¡Final!!!. Meta en 1h 11’ 50”. Estoy inmensamente feliz. Puesto 17º. Senior 11º.
 Me ofrecen la generosa bolsa de avituallamiento final. Bebo bebida isotónica. No hay agua por problemas con los proveedores, según supe después. Mala suerte. Camino pocos metros más adelante y me devuelven con celeridad la bolsa con mi ropa seca.
 Van entrando más corredores. El crono va marcando una buena cantidad de tiempos soberbios. Me siento y disfruto de la llegada del resto de participantes. Charlo con ellos mientras devoro el esponjoso bizcocho de plátano y chocolate que me hizo Verónica el día antes. 
 Mientras tanto la maquinaria de la entrega de premios se pone en marcha con gran agilidad. Se van sucediendo los podiums a medida que van completando su carrera los corredores.
 Termina este acto y rápidamente nos introducimos en el autobús de vuelta que habíamos reservado en la inscripción. Llenamos los asientos. Sudamos allí metidos esperando a empezar el descenso.
 El conductor va esquivando la multitud de vehículos que atesta la carretera. Frena, se aparta, vuelve a frenar. Una y otra vez. Y finalmente los frenos dicen basta. Un humo negro y su característico olor anuncia el fin del camino a falta de 4kms para llegar al coche. En medio de chascarrillos y comentarios jocosos de todo tipo volvemos a correr, esta vez más relajados, rumbo al Repelao donde comenzó esta aventura. Un gran carrera, que, sin duda repetiré. Muy recomendable.
Un abrazo y hasta la próxima, amigos!
Foto cortesía de Ciro Peón.


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