Maratón Peñamellera (Crónica por Félix)

24 de marzo de 2018. Maratón Peñamellera.


 Dos moles negras tiznadas de blanco nos reciben cuando llegamos a Alles, capital del concejo de Peñamellera alta. El panorama es apocalíptico. Los avisos de temporal no se equivocan, quizás se quedan cortos. El viento cargado de lluvia azota las calles sin piedad. La carpa de meta se encuentra arrugada como un pañuelo usado. 
 Son las 7h de la mañana. Aún no han montado nada para el incio de la carrera. Todavía no se sabe si se podrá celebrar. 
 Ayer por la noche me entero del cambio de recorrido, de 44k pasamos a 31k y de 8600 m.d.a. pasamos a 4400 md.a. Piensan en la seguridad del corredor y no les falta razón.
 Tras recoger el dorsal me preparo para tomar la salida. Los corredores se refugian en ese cálido oasis que es el bar-economato del pueblo. No sabemos nada de la hora de arranque.
 David espera junto a mi tapándome con su paraguas, él correrá la 21k que también ha sido suavizada ligeramente. Aunque repite reiteradamente sus escasas ganas de salir lo hará finalmente.
 Paso frio allí fuera, tirito. Ya son las 8h. Nos anuncian que se retrasa la salid,a pero que se correrá hoy.
 Tras media hora de calentamiento...en el bar, me dirijo a la línea de salida. 

 Embozados en nuestros chubasqueros esperamos el pistoletazo. La lluvia nos empapa queriendo sacarnos la idea de competir hoy de la cabeza, pero no nos convence.

 Arrancamos trotando por unas rampas de hormigón. Se sale bastante rápido, seguramente para entrar en calor. La lluvia no cae de continuo, se oculta y nos sorprende con zarpazos de varios minutos. Pisamos nieve en el primer muro. Durísimo desnivel. Seguimos en un rompepiernas con rocas que asoman por encima del manto blanco, piso con mucha precaución, no corro apenas y lo pago cediendo considerables puestos. Nieva ligeramente. Noto las manos entumecidas. Poco después ya no las noto. Dejo ir a esos corredores. No quiero riesgos. No es el día.
 Si peligrosa es la nieve, el barro manchado de ella lo es aún más y nos espera en la bajada. Unas zetas resbaladizas, nos desequilibran, nos hacen tensar cada musculo para no caer. Pero caemos.
 Estamos en el km 10. Punto donde el trazado se une con la 21k que ha salido a las 10 00h. Pasan pocos minutos de esa hora y tras cruzar el puente sobre el Cares y comer en el primer avituallamiento me dan caza los primeros corredores de la distancia pequeña. Les dejo pasar como es menester. 

 Cruzamos de nuevo el río, esta vez no hay puente. Agua helada que supera la altura de las rodillas.  Paso lo más rápido que puedo. 

 Aparecen las praderas y el terreno se empina, y mucho. La hierba deja paso al barro, que le gana la partida y también a nosotros, que nos agarramos con uñas y dientes para salvar este muro. 
 Superamos este duro escollo y seguimos subiendo haciendo un pequeño cresteo, bordeando el pico Peñamellera. El tiempo engaña, parece que hay hasta claros en el cielo encapotado. Una mera ilusión. El viento en este punto desplaza nuestros cuerpos con violencia. Se pone muy feo.  Avanzamos y ganamos mas metros, descendemos y llaneamos por terrenos muy encharcados. Voy recuperando alguna posición, a cuenta gotas. Hay charcos helados. Piedras muy embarradas. Intento trotar y no volver a ceder. Terreno anegado. Muy pesado.
 Km 18 y descendemos de nuevo. Si el barro nos había puesto en apuros mirando hacia arriba, ahora, cuesta abajo es mil veces mas malvado. Innumerables las caídas. Una autentico baile de revolcones por derecha e izquierda. Nadie se salva de dar con sus huesos en el suelo. La pelea por mantenernos en pie es titánica. La desesperación aparece en algún corredor que no logra ni dar dos pasos antes de volver a caer.
 Km 20 y logramos salir de ese desastre.  Resoplo.
 Pasamos el km 22 Mier. Vuelvo a comer. 4Hs de carrera. No me noto muy cansado, troto por este paseo fluvial. Empieza a vislumbrarse el final. Solo nos restan unos pocos cientos de metros de ascenso. Me dispongo a afrontarlos seguido de un grupo de 3 corredores. Al inicio del bosque dos pinchazos me recorren las dos piernas, de los cuádriceps a los gemelos. Un dolor punzante que no se va. Un dolor terco, como yo, así que sigo con esas “agujas” ahí clavadas. El dolor me acompaña unos 200 metros. Al parecer se cansa de atormentarme, no ha logrado su objetivo y se retira. Me deja con mis palos y con dicharacheros compañeros de carrera. Zona de fácil progreso. Liviana, se apiada de nuestro estado.
 Apuramos los últimos kms que pican para arriba y ya vemos el pueblo. La gente anima, como en todo el recorrido. Mucha gente entregada a la causa a pesar del pésimo tiempo. Es de agradecer el entusiasmo.
 ¡Meta! Conseguida! Una prueba de superación como pocas. 4H 58’. Puesto 42 de 84 finisher.
 David también logra acabar la suya así como otros 100 corredores.
Un abrazo y hasta la próxima!








Fotos de Capitanpola, Mariaw Luis Lastra.

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