Maratón de Madrid 2018 (crónica por Félix)

 Maratón de Madrid. 22 de abril de 2018
 Enjugo el sudor que inunda mi frente. Levanto la cabeza y veo un camino cuesta arriba rodeado de árboles. Estoy en un momento crítico. Estoy en el km 32 de una maratón. En Madrid. Como yo, 11 000 valientes se han atrevido con la distancia reina. A ellos se han sumado 17 000 mas en la media y 7000 en los 10k. Cifras de autentico gran maratón, que es en lo que se está convirtiendo el decano español. Se lo merece por la ciudad y por las gentes que le dan vida.



 El recorrido es lo que le resta más número de participantes. Continuas subidas. Rampas que te hacen sufrir. Bajadas que te sacan de ritmo. No se puede ir regular. No te permite rodar. Solo puedes adaptarte e ir descontando kms.
 Hasta este punto me he movido entorno al 4 15/km de media. Números de maratón 3hs. Algo ilusorio teniendo en cuenta que estoy pasado de metros. Ya acumulo 700 metrs de más en mi crono.
 La marca final sera algo peor ya que correré hasta 1km más. Pero no importa. He venido a Madrid a disfrutar de sus callejeros 42,2 kms. No he preparado de manera especifica la prueba, he mantenido mi intensidad de entrenamientos habitual. Acompaño a Víctor que también ha venido a competir, deseo que obtenga una gran marca, todo el trabajo y la ilusión que pone en esta carrera lo merece. 
 Ahora, en este momento, cuando solo restan un 10 000, mis pasos son mas cortos y rápidos al igual que mi respiración. Atrás quedan esas buenas zancadas y esas inspiraciones pausadas, como si conmigo no fuera la cosa.
 Pero el maratón es así, es ese despertador puñetero que te levanta temprano en lo mejor de un sueño, y te levantas con la baba aun colgando, desorientado y con dolores por todo el cuerpo. 
 Has estado soñando que dominabas el asfalto, que eras el rey de la carretera, todo los kms eran pocos para ti y la gente te animaba, te llamaba por el nombre impreso en tu dorsal, eras el protagonista de una gran película. En ese sueño también está tu familia que te anima bajo el reloj de las campanadas. Y eso es lo más… el túnel de gente hace que sueñes que estas sensaciones no van a acabarse nunca. Todo seguirá así hasta la meta.
 Pero no es cierto, y aquí Madrid todavía te castiga más, aparte de ese despertador, también es ese niño que te llama para que te levantes a prepararle el desayuno. Su desnivel es brutal. Casi 500 m.
 Tienes que ponerte en pie rápido. Espabila y corre. Mantén la compostura en estas rampas interminables. No son excesivamente duras pero el fin no lo alcanza la vista.
 Y la media sube. Ya a 4 18 en mi reloj y los kms menguan, como la ligereza de tus pies.
 Y he aquí que tengo Atocha al fondo, la última curva para enfilar paseo del prado. Y me tomo el último gel, más psicológico que mental. Km 40. He incrementado el alimento en esta prueba. Gel cada 30’ con una barrita en  el medio maratón y una pastilla de sales cada hora.
 Sigo subiendo, no podía terminar de otra forma. Y sigo cazando corredores, más de 200 en la segunda parte. Hace calor. Salimos a 16º y ya superamos los 20º. Todo suma… para restar.

 Y paseo frente al  Prado mi euforia y vuelvo a ver a mi familia y a la de Víctor, compañero ven pronto.
 Y corro, ahora sí, sin miedo a nada, sin miedo al desfallecimiento, como ese corredor sentando con calambres o como ese que anda apesadumbrado en la orilla de la calzada o ese que vomitó en el 15 y se para detrás de un seto en el 23 para hacer sus necesidades. Ya no hay miedo. Hay alegría. Mi tercer maratón ha terminado con éxito en 3h 05’ 40".
 Recibo comida y medalla, alimento para el orgullo.
 Un abrazo y hasta la próxima.
Fotos: Las Provincias, Palabra de Brunner

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