GRAN TRAIL PICOS DE EUROPA (Crónica por Félix)

Gran Trail Picos de Europa 2018

 Poco más de una hora para llegar a Benia de Onís. Aparcamos fácilmente. Son poco más de las 6h de la mañana. El sol aún oculto. Nosotros ya pertrechándonos.
 Ayer recogimos dorsales.    Obligatoriedad absurda que nos llevó 2 y media de viaje y 3 minutos de trámite. Absurdo, si no hubiera detrás algún interés monetario. Dejémoslo. Hoy venimos a disfrutar, a probar una nueva experiencia, un nuevo objetivo, traspasar otra frontera deportiva. Un ultra trail. Para mi, el primero.   David ya probó en tierras francesas. Moisés ya está curtido en estas lides y Pepe también es novato.  Hay variedad en esta representación de equipo con la que hoy acudimos a Picos de Europa.
Aquí estamos los cuatro, rodeados de corredores de toda España. Más representación foránea que local por lo que luego pude comprobar. Estamos los cuatro esperando el pistoletazo. 5’ antes nos pedían manta y chubasquero en una escasa revisión de material.
 Extrañamente no hay nervios. Vengo a disfrutar. Vamos a ver de que estamos hechos. Un escenario duro, un desnivel de impresión y unas previsiones meteorológicas bastante desalentadoras.

La mañana es fresca pero no fría. No llueve, pero el cielo amenaza.
 Salgo con Pepe y David a mitad de un pelotón de mas de 300 corredores.

 Moisés se adelanta. Hay más distancias que saldrán mas tarde: 35k 22k y hasta 10k. 
 David se retrasa un poco. Lo perdemos de vista pero no se aleja mucho. Hago muchos kms junto a Pepe. Ritmo muy cómodo en estos kms en los que nunca dejamos de ascender. Terrenos embarrados, rocosos, majadas preciosas. Lluvia. Algo de viento. Soportable.
 Rozamos los 1300 metros y caen algunos simpáticos copos primaverales. Los vemos con buenos ojos. El sol pronto los espanta. Vamos muy relajados ya en Culiembro. Serpenteamos entre anecdotas y risas. Voy muy fuerte y ya estamos en el km 20 y en las 4hs de carrera.
 Paseamos por el Cares (la organización prohíbe terminantemente correr). Nuevo chute de energía.
Me estoy cuidando mucho la alimentación. Procuro comer pequeños bocados cada media hora y pastillas d sales cada 50 minutos.
 Hace incluso calor cuando empezamos a subir la canal de Trea. Un mastodonte vertical de 1200 m+ y 3 kms de longitud. Adelanto algunos puestos. Subo con buen ritmo. Paro unos segundos aquí y allá para comer. Las fachadas de piedra sobrecogen. Todo es inmenso.
 Hay algún paso trepador. Sin problema. 
 Cerca la de la hora de ascensión empieza a soplar un viento frio, que pocos metros más arriba pasa a ser gélido. Le acompaña la nieve. Ya tengo que poner guantes. Me embozo con la capucha. La temperatura es muy baja.
 Pasamos algunos caminos aéreos y llegamos arriba. La visión es dantesca, pero no un típico inferno ardiente, como el de la divina comedia. Este es blanco. Un blanco que todo lo inunda, un infierno helado. Ese blanco va unido a un sonido aterrador, el del poderoso viento helado lleno de nieve. A esa velocidad los copos no son simpáticos, están afilados como agujas. Todo ello te envuelve y da miedo. Se avanza a duras penas. Hace varios minutos que no siento las manos. Ni siquiera puedo pulsar el botón de mi cámara para grabar. Los pasos no son nada fáciles. Hay que sortear grietas, rocas afiladas, nieve muy blanda con pozos de más de un metro. La ventisca me abofetea continuamente. Las agujas me torturan el rostro. El cuerpo y los pies aún los mantengo calientes. 
 Si me ocurriera algún percance esto se tornaría dramático.
Suerte que siempre voy acompañado por 2 o3 corredores. Tranquiliza. Pero el que tiene que pelear por cada paso es uno mismo. 40 minutos y llego al refugio de Vega de Ario. La subida al jultayu esta suspendida, por supuesto.
 Nos recibe un voluntario cargado de moral y buenas intenciones al lado de una mesa escarchada sin ningún tipo de protección en la que se ocultan bajo dos dedos de nieve diversas viandas congeladas.
El voluntario reparte un caldo recuperador. Como un sandwich y muerdo una galleta dura como una roca. Cargo líquido en la fuente y vuelvo a coger el camino por el que vine hacia la bajada. Me encuentro con David! Qué bien va!
Yo estoy mucho peor que antes, la parada lejos de reponerme me ha enfriado y estoy tiritando. Castañeteo los dientes mucho mas rápido que lo que muevo los pies. Me acompaña un corredor palentino experimentado y muy animoso.
 Hablamos continuamente y eso me ayuda a seguir. ¡Qué importante es distraer la mente en estos momentos tan duros!
Conozco esta bajada del reconocimiento que hicimos David y yo la hace una semana. ¡Qué cambiado está todo ahora!
Seguimos pisando nieve y sigue la ventisca azotando, pero 20 minutos después perdemos altura y se nota la mejoría de la temperatura.
 Mis manos empiezan a cobrar vida.
 Paramos en la fuente que conocía de ese entrenamiento. Repongo fuerzas y puedo trotar. Todo está anegado, encharcado, resbaladizo. Sale algo el sol y vemos el paraíso algunos kms más adelante.  Llegamos a los Lagos de Covadonga. Dejo al palentino por unos minutos y subo a la porra de Enol.  Subida corta y bajada muy guapa a través del bosque.
 Me reúno con mi acompañante castellano cuando rodeamos el Enol por última vez y nos hacen el segundo control de material. Chubasquero y manta de nuevo. A seguir bajando. Km 39. 8H 15’ de carrera. Hace tiempo que estoy en zona de esfuerzo desconocida. Me mantengo fuerte pero siempre con el miedo al calambre, al agarrotamiento muscular. Miedo a ese mal paso que me haga estremecer y llegue el colapso. Pero no llega, y sigo trotando, y ahora peleando con los caminos pastosos, blandos... mas que eso. Los senderos agradables se vuelven trampas de barro. El espesor en descomunal. Las piernas son absorvidas como por ventosas. Y son kms peleando cada paso. Son zonas fáciles de correr, pero hoy es imposible. Esto me castiga pero no me llega a hundir como lo hacen mis pies.
 Queda algún pequeño repecho, pero el grueso del desnivel esta hecho 4500 m+. Sigo acompañado del simpático palentino.
Paro unos minutos mas en un avituallamiento generoso. Tortilla y queso me dan mas fuerzas.
Voy muy entero y abriendo zancada en unas inesperadas bajadas de hormigón y pista. Paso a corredores con pasmosa facilidad.
 Corro con precaución, pero corro al fin y al cabo. Ya voy solo.
 Me pasa un corredor al que le acompaña un perro. Desciendo una empinada zona boscosa.
 Llegan las 10h. De carrera. Mas o menos el tiempo en el que estimaba acercarme a meta.
 Y sigo corriendo ¡estoy corriendo después de 10 horas de esfuerzo! No me lo creo.
 Pero aún quedan unos metros para arriba por un prado. Quedan algunas gotas de lluvia y otra bajada de la temperatura.
 Pero también quedan la sonrisa en la cara. La satisfacción. La fuerza conservada y el disfrute con mi familia que me espera en la recta de meta. Saltos y risas. Quique me acompaña a cruzar esa línea que marca un reto, marca 55km.
 Puedes imaginarlo y lo puedes hacer. Con trabajo y constancia. 
 Hace tres años y medio que empecé a correr y estas gestas las consideraba  ciencia ficción. Ahora lo estoy haciendo. Cruzando, con mi hijo de la mano, la meta de un ultra trail que me ha llevado 10h 40’. No lo puedo creer.
 Me coloco en puesto 117º. Estoy orgulloso y sobretodo con mucha fuerza. Creo que vamos por buen camino, un camino que se prevee largo, muy largo.


 Enhorabuena a todos mis compañeros. Todos finalizaron con éxito sus carreras.Un abrazo y hasta la próxima!
 Fotos cortesía Ramón Gutiérrez y JL. Lastra

Comentarios

Entradas populares