TRAIL MACIZO DE UBIÑA 2018

24 de junio de 2018.
Buena participación por parte del club en el Trail Ubiña 2018
Miguel Angel Jose Félix David antes de tomar la salida
y nuevo podiun para Miguel Angel.



Ya  damos paso a la " Crónica Trail Macizo de Ubiña 2018" que nos hace Félix.
 Repito participación en el Trail Macizo de Ubiña. Miro de nuevo a la cara a este monstruo de la corta distancia asturiana. Una criatura que ha crecido este año en 300 m +, respetando siempre la distancia de 21k, que le otorga el calificativo oficioso de media maratón mas dura de España, y que este cronista les aconseja como slogan para la siguiente edición. Por si todo esto fuera poco, que ya os digo que no lo es, se le suma la primera gran ola de calor del año en el Principado, con temperaturas por encima de los 30ºC. Cruel deja vu.
 Ahora, estoy cubriendo de vaselina mis pies y de crema solar mi cara. Me enfundo una gorra y encima mi cámara.

 Salgo hacia la salida, en el diminuto pueblo de Tuiza, puerta del parque natural Las Ubiñas-La Mesa. Me reúno con el resto del equipo: Miguel Ángel, David Pérez Y Pepe.
 Previo a la salida se hace una fugaz revisión del material obligatorio. Esto provoca un pequeño retraso. Primero dará comienzo la prueba de 21k con 4 400 m. d.a. y media hora después la 15k con 2800 m. d.a.


 Ya estoy sudando, fruto de los nervios o quizás de la temperatura que ya hace subir el mercurio por encima de los 20ºC ¡y son las 9 15h de la mañana!
 Y arranca la carrera. Ritmo suave por esta pradera que siempre apunta hacia arriba, David me sigue de cerca y me apura como siempre, pero conozco lo que nos espera y hay que ser prudente a niveles superlativos. Troto por esta zona detrás de un numeroso pelotón de corredores, el total de la carrera lo forman más de 200. No me preocupan los posibles tapones, el avance se ralentiza pero no hay complicaciones en ese aspecto.
 Giro a la izquierda y comienza esa nueva dificultad, que en realidad se compone de dos picos, primero 400 m+ en 2,5km en la peña Foxón para, tras una brevísima bajada, enlazar otra subida dura al Carba Valseco, sorteando una bella cresta. Se empieza fuerte con este desnivel. Así es el trail macizo de Ubiña. No hay tregua escaladora. Llevamos ya una hora de carrera, consumiendo los primeros 5kms de carrera. Ahora cogemos el camino del año pasado, en la que se puede decir que es la zona más bondadosa de la prueba. Puedo mantener una amena conversación con un viejo conocido de otras carreras. Sigo manteniendo el tipo, la respiración y las piernas. Y así llegamos al primer avituallamiento. Hay que decir que este trail de Ubiña también acrecienta su cruel leyenda con tan sólo 3 avituallamientos ¡y solo uno con comida!. 

Bebo y cargo líquido, pues, en éste y me preparo con un suspiro a acometer la segunda subida, la más larga, el Fariñentu. Esta muy expuesta, recibes el sol de pleno, temperatura en 32ºC, las piernas arden, la cabeza echa humo, hay que mantener la compostura, hacer algunas “eses” para aliviar el desnivel que pasa del 30% y no mirar mucho hacia arriba. Pasamos por una pequeña arista que abre el final de la ascensión. No hay alivio ninguno pues queda aún fuerte pendiente. Me planto arriba, junto a David que hace toda la subida a pocos metros por detrás, a las 2h 15’ de carrera. El Fariñentu me ha llevado 45’.
 Bajada muy pendiente, suelo reseco y polvoriento salpicado de hierba rala. Inestable, resbaladizo. David, gran bajador me va abriendo camino. Llega primero al segundo avituallamiento. Sólo agua, ya sabéis. La gestión de recursos en carrera es otro aspecto en el que Ubiña te da una gran lección.
 Sendero estrecho, salpicado de piedra. Se puede trotar, charlar, respirar… pisamos algun nevero que aún se aferra a la montaña para empezar ya a subir un repecho, corto en distancia, pero duro, como no puede ser de otra manera. David y yo ya consumimos en este punto más de 2 30 en carrera.
 Pasamos el desfiladero en el que ya vemos el Meicín en el fondo. Un espejismo casi en la distancia. Todavía nos resta pasar una zona rompepiernas, de cierta dificultad en algún paso pedregoso. Pisamos más nieve que recogemos para refrescarnos. La agradable sensación es efímera. El calor es brutal y derrite cualquier alivio momentáneo. Volvemos a la transpiración profusa, a la respiración pegajosa, un aire que va secando nuestros ánimos cuando entra por la garganta.
 Km 13 y ya tenemos la bajada directa al refugio. Llegamos con una cierta dosis de fuerza, la que da la alegría de ver más cerca el final. Bajamos rápido. David se pone delante en estos tramos, hacemos las zetas o cortamos según nos convenga. Pasamos a algún corredor y a su vez somos rebasados por otros más osados. Nos encontramos con el grandísimo Manuel Merillas, reverencia obligada y terminamos de bajar.
 Refugio de El Meicín. 3h 15’  de esfuerzo. Ahora sí, comida y bebida en abundancia, comemos fruta, gominolas, algún sandwich. David sale unos segundos antes. Yo me chequeo el cuerpo, todo en orden, parece que tengo fuerzas, no hay ninguna lesión. Parece que me molesta el pie izquierdo, claro, recuerdo que llevo varios kms con unas piedrecitas molestándome. Las retiro.
 Empieza la última gran subida, que bien suena. Recuerdo el sufrimiento que el año pasado causó este momento en gran número de corredores. Parece que este año, por mi parte, no será así, pero tras avanzar escasos metros me sobreviene una debilidad extrema ¿cómo es posible?! las sensaciones eran muy buenas hace tan sólo unos segundos. Vale, la temperatura ha subido unos grados, pero tanto me puede afectar? He comido, he bebido. No lo entiendo, pero mi ignorancia no me salva del desastre. Miro hacia arriba. David sigue ahí, voy acompañado al menos en esta agonía.
 El ritmo de la frecuencia cardiaca es inversamente proporcional al de la potencia muscular que desarrollo. Los pasos son muy lentos. Me aferro a los palos como un naufrago a su tabla de salvación. Me estoy hundiendo en este mar de piedra. No paro de repetir la misma acción. Miro hacia arriba, como si me fueran a deslizar una cuerda que me rescatara de esta zozobra. Se me eriza el vello, el estomago se hace notar… tengo sueño. Hay que distraerse, como hago siempre en estos casos. Me ayuda ver senderistas y espectadores. Comento la situación con ellos y le pongo humor. Así David y yo, casi riéndonos de nuestras penas llegamos a la pradera, ya estamos arriba, la subida se suaviza mucho. Para seguir engañando a la cabeza, comienzo a enumerar lo que voy a hacer al llegar a meta. David me sigue el juego. Y así bajamos más zonas rocosas, damos alcance incluso a algún corredor y corredora, pasamos praderas, recorremos pasos con leves subidas y bajadas. Pasos rápidos en los que trotamos, corremos incluso, algo que ya se me había olvidado. Hay tramos llanos, fáciles. Bajada en zig zag con cierta pendiente, divertida. David y yo como siameses. Nos acompaña una chica. En el último km me separo un poco de ellos, un veloz paso por una arboleda con piso muy irregular tapizado de piedra, recordando una calzada adoquinada. Corro hacia meta. No miro atrás. Llego al pueblo. Alivio inmenso.
 
 Entro en meta en 4h 46’ en el puesto 62º.

 David me sigue a los pocos minutos ¡Un abrazo! ¡Terminada! Ha sido unos de los esfuerzos más grandes que he realizado. Esto hace callo. Experiencia inolvidable.
 Me remojo bajo una manguera durante unos maravilloso segundos. Como y bebo algo a gran velocidad junto al resto de mis compañeros, cada uno con suerte dispar en esta prueba. Y después de esto... me toca ir a trabajar.

 Un abrazo y hasta la próxima!
Fotos cortesía de JL Lastra y Francisco Marín García


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